Estuve un día dando una vuelta por una megatienda de deporte cuyo nombre no es demasiado difícil de adivinar. En un pasillo lleno de prendas esponjosas de colores o lo que es lo mismo forros polares, m iniña puso las manos juntas en señal de oración y me dijo “mami porfi quiero uno en rosa”, y yo que soy una floja ante unos ojos de corderito degollado y una consentidora de caprichos prácticos me dije: cómo convertir un forro polar en una prenda graciosa y diferente.
Pues ahí esta el resultado en menos de una hora.

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